jueves, 18 de junio de 2009

Tratamiento

No existe un tratamiento curativo para la AR; el objetivo del tratamiento es conseguir remisiones o situaciones de casi remisión de los pacientes y el mantenimiento de su capacidad funcional y de su calidad de vida.

El éxito del tratamiento de la AR depende de su diagnóstico precoz y de una terapia agresiva antes de que se produzca un deterioro funcional o un daño irreversible en las articulaciones. Inicialmente pueden usarse drogas antiinflamatorias, pero los pacientes con AR y tumefacción persistente en las articulaciones son candidatos para el tratamiento con drogas capaces de modificar el curso de la enfermedad. Entre estas drogas se incluyen el Oro intramuscular, Metotrexato, Cloroquina, Sulfasalacina, Azatioprina y D-Penicilamina.

Puede ser necesario añadir pequeñas dosis de córticoesteroides para controlar los síntomas, mantener la funcionalidad y ayudar a ralentizar la progresión de la enfermedad. Para las manifestaciones extraarticulares, pueden requerirse tratamientos con dosis elevadas de córticoesteroides y otras drogas. El ejercicio es importante para mantener la función. La aplicación de calor y frío y la protección articular pueden disminuir el dolor. El tratamiento óptimo todo a lo largo de la enfermedad, depende de un abordaje multidisciplinario de la misma, incluyendo educación del paciente y la participación de otros agentes sanitarios, incluyéndose Reumatólogos, Médicos de Atención Primaria, Enfermería, Rehabilitadores (Fisioterapeutas, Terapeutas Ocupacionales), Psicólogos y Cirujanos Ortopédicos. Los espectaculares resultados del reemplazamiento articular total (especialmente para cadera y rodilla), puede lograr que pacientes con enfermedad muy avanzada, continúen conservando movilidad y capacidad funcional.

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